Las fronteras de Andalucía, tanto
externas como internas, están basadas en los límites de la
agrupación formada por las ocho provincias que Javier de Burgos creó
artificialmente en 1833. Esas ocho provincias que conformaron esa
identidad llamada Andalucía que, por otro lado, es cierta, pero que
como veremos no se corresponde estrictamente a las ocho provincias.
La identidad andaluza partió de una
situación previa: la territorialidad bética. Andalucía se
confunde, no ya con Al-Ándalus sino con la artificial Bética
romana. Por tanto, la constitución de Andalucía en torno al río
Bétis-Guadalquivir- es distorsionada al partir de una realidad
histórica (el Imperio romano) cuya actualidad ha sido eclipsada por
la aparición de una gran cultura posterior (Al-Ándalus). Por ello,
podríamos hablar de la Andalucía auténtica, es decir, de las
comarcas regadas por el Guadalquivir: Sevilla, Córdoba, buena parte
de Jaén, y las costas y campiñas de Huelva y Cádiz. Sería justo
reconocer el Andalucismo auténtico con un carácter regionalista
bético.
Por otro lado, hablaríamos de pueblos
andaluces mestizos, cuya diferenciación se debe a los procesos de
conquista de Al-Ándalus por parte de los hispano-godos cristianos.
Al oeste de nuestras fronteras, existirían las comarcas del Andévalo
y la Sierra. La primera de ellas presenta rasgos de haber pasado por
una reconquista portuguesa y castellana; la segundo presenta además,
salvo en su extremo noroeste y sureste, con una componente leonesa.
Por ello convendría señalar señalar como justificada la unión del
Andévalo con el Alentejo portugués e incluso el Algarve y la costa
oeste de Huelva, y la Sierra unida como comarca pacense o al menos
sevillana. Por el este de Andalacía aparece la grande región
granadina, que abarca desde la Sierra de Cádiz y el Campo de
Gibraltar hasta el Levante almeriense, uniforme salvo con la
diferencialidad de Málaga en su zona occidental y en las fronteras
entre del Levante y los Vélez de Almería con el territorio murciano. En la actual provincia de Jaén podemos encontrar la zona
propiamente andaluza, del valle del Guadalquivir, junto a partes de
Murcia situadas en las zonas próximas al límite con la también
actual provincia de Albacete.
No cabe posibilidad de aplicar, entre
los modernos andalucistas, el pensamiento infantista sino desde un
prisma errónea identificando como andaluzas comarcas que no lo son,
o lo son parcialmente, como también lo son el murcianismo y el
manchegismo y, en cierto grado, el extremeñismo. Por ello, predicar
con un andalucismo verdadero sería reclamar los límites naturales de
la Andalucía auténtica con los de la región bética, es decir, el
valle del Guadalquivir, mientras se podríamos hablar de las
identidades que conforman la Gran Andalucía, es decir, andalusí, en
las que se incluirían, además de la del valle del Guadalquivir, la
Prebética andaluza integrada a identidadas manchegas y murcianas
(con influencias castellanas), a la del Algarve y Alentejo
(portugueses) y al Badajoz extremeño (leonés).
Es de notable importancia que el
movimiento andalucista recupere su identidad regionalista bética,
aplicando con certero rigor las ideas del también partidario de la
causa bética Blas Infante, que aunque malagueño y por tanto oriundo
de una región no andaluza o al menos tan granadina como andaluza, es
con justicia el verdadero Padre de la Patria andaluza, pues supo dar
a su idea de Andalucía un carácter béticista.
Desde El Obrero Andaluz queremos:
Reclamamos como andaluzas las tierras de la Bética andaluza, siendo estas las comprendidas por los antiguos reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén. Estas tierras conforman la Andalucía histórica. En el siguiente mapa de lenguas del siglo XV en Andalucía se aprecian las regiones andaluzas bajo tonos marrones, siendo el idioma hablado por sus habitantes el castellano, su dialecto el andaluz, con influencias de mozárabe especialmente en su zona occidental. Se produce una mezcla entre el extremeño y el andaluz al norte de Huelva, de Córdoba y de Sevilla, y con el mozárabe de tierras granadinas que, también hablado en el resto de Andalucía (en época andalusí), conoce una castellanización tardía que da a este pueblo, también cristianizado con posterioridad, personalidad y habla distinta a la Andalucía bética.
Consideramos por tanto que deben ser diferenciadas la Andalucía auténtica o bética de la Gran Andalucía (andalusí), de un lado, y de la Andalucía española y provinciana del otro. Así, la Gran Andalucía comprende a los pueblos situados al sur del sur del Guadiana y del Segura (colonizado por campesinos castellanos que habían cohabitado con andalusíes, distinguiéndose las zonas del valle
del Guadalquivir (andalusí hasta la revuelta de los mudéjares de
1264) y las sierras subbéticas, españolizadas tras la caída de
Granada en 1492).
La correcta división de las ocho provincias andaluzas de 1833 sería la siguiente:
![]() |
Las dos Andalucías: la bética y la granadina. |
Y conformarían el conjunto de naciones andaluzas las siguientes:
![]() |
La Gran Andalucía o Andalucía vieja en España. |
![]() |
Alentejo y Algarve (Portugal) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario