viernes, 5 de diciembre de 2014

Los límites de la Andalucía auténtica

Las fronteras de Andalucía, tanto externas como internas, están basadas en los límites de la agrupación formada por las ocho provincias que Javier de Burgos creó artificialmente en 1833. Esas ocho provincias que conformaron esa identidad llamada Andalucía que, por otro lado, es cierta, pero que como veremos no se corresponde estrictamente a las ocho provincias.

La identidad andaluza partió de una situación previa: la territorialidad bética. Andalucía se confunde, no ya con Al-Ándalus sino con la artificial Bética romana. Por tanto, la constitución de Andalucía en torno al río Bétis-Guadalquivir- es distorsionada al partir de una realidad histórica (el Imperio romano) cuya actualidad ha sido eclipsada por la aparición de una gran cultura posterior (Al-Ándalus). Por ello, podríamos hablar de la Andalucía auténtica, es decir, de las comarcas regadas por el Guadalquivir: Sevilla, Córdoba, buena parte de Jaén, y las costas y campiñas de Huelva y Cádiz. Sería justo reconocer el Andalucismo auténtico con un carácter regionalista bético.

Por otro lado, hablaríamos de pueblos andaluces mestizos, cuya diferenciación se debe a los procesos de conquista de Al-Ándalus por parte de los hispano-godos cristianos. Al oeste de nuestras fronteras, existirían las comarcas del Andévalo y la Sierra. La primera de ellas presenta rasgos de haber pasado por una reconquista portuguesa y castellana; la segundo presenta además, salvo en su extremo noroeste y sureste, con una componente leonesa. Por ello convendría señalar señalar como justificada la unión del Andévalo con el Alentejo portugués e incluso el Algarve y la costa oeste de Huelva, y la Sierra unida como comarca pacense o al menos sevillana. Por el este de Andalacía aparece la grande región granadina, que abarca desde la Sierra de Cádiz y el Campo de Gibraltar hasta el Levante almeriense, uniforme salvo con la diferencialidad de Málaga en su zona occidental y en las fronteras entre del Levante y los Vélez de Almería con el territorio murciano. En la actual provincia de Jaén podemos encontrar la zona propiamente andaluza, del valle del Guadalquivir, junto a partes de Murcia situadas en las zonas próximas al límite con la también actual provincia de Albacete.

No cabe posibilidad de aplicar, entre los modernos andalucistas, el pensamiento infantista sino desde un prisma errónea identificando como andaluzas comarcas que no lo son, o lo son parcialmente, como también lo son el murcianismo y el manchegismo y, en cierto grado, el extremeñismo. Por ello, predicar con un andalucismo verdadero sería reclamar los límites naturales de la Andalucía auténtica con los de la región bética, es decir, el valle del Guadalquivir, mientras se podríamos hablar de las identidades que conforman la Gran Andalucía, es decir, andalusí, en las que se incluirían, además de la del valle del Guadalquivir, la Prebética andaluza integrada a identidadas manchegas y murcianas (con influencias castellanas), a la del Algarve y Alentejo (portugueses) y al Badajoz extremeño (leonés).


Es de notable importancia que el movimiento andalucista recupere su identidad regionalista bética, aplicando con certero rigor las ideas del también partidario de la causa bética Blas Infante, que aunque malagueño y por tanto oriundo de una región no andaluza o al menos tan granadina como andaluza, es con justicia el verdadero Padre de la Patria andaluza, pues supo dar a su idea de Andalucía un carácter béticista.


Desde El Obrero Andaluz queremos:




Reclamamos como andaluzas las tierras de la Bética andaluza, siendo estas las comprendidas por los antiguos reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén. Estas tierras conforman la Andalucía histórica. En el siguiente mapa de lenguas del siglo XV en Andalucía se aprecian las regiones andaluzas bajo tonos marrones, siendo el idioma hablado por sus habitantes el castellano, su dialecto el andaluz, con influencias de mozárabe especialmente en su zona occidental. Se produce una mezcla entre el extremeño y el andaluz al norte de Huelva, de Córdoba y de Sevilla, y con el mozárabe de tierras granadinas que, también hablado en el resto de Andalucía (en época andalusí), conoce una castellanización tardía que da a este pueblo, también cristianizado con posterioridad, personalidad y habla distinta a la Andalucía bética.

Consideramos por tanto que deben ser diferenciadas la Andalucía auténtica o bética de la Gran Andalucía (andalusí), de un lado, y de la Andalucía española y provinciana del otro. Así, la Gran Andalucía comprende a los pueblos situados al sur del sur del Guadiana y del Segura (colonizado por campesinos castellanos que habían cohabitado con andalusíes, distinguiéndose las zonas del valle del Guadalquivir (andalusí hasta la revuelta de los mudéjares de 1264) y las sierras subbéticas, españolizadas tras la caída de Granada en 1492).  

La correcta división de las ocho provincias andaluzas de 1833 sería la siguiente:

Las dos Andalucías: la bética y la granadina.
Y conformarían el conjunto de naciones andaluzas las siguientes:

La Gran Andalucía o Andalucía vieja en España.
Alentejo y Algarve (Portugal)

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